Trabajos

El archivo en la era Blockchain.

La tecnología blockchain da un gran paso en la superación de intermediarios. No proporciona información al documento, sino inteligencia propia, a base de instrucciones autoejecutables y condicionadas entre sí. En el campo de la preservación y el archivo, todo hace pensar que las razones para la conservación se reducen y el momento y tipo de conservación lo puede incorporar el propio documento entre sus instrucciones. La burocracia reducida a mínima expresión. Aún quedan muchas incógnitas por resolver y camino por recorrer, pero lo cierto es que cuando estamos en plena transformación digital, una nueva tecnología muy disruptiva parece anunciarnos un profundo cambio de paradigma.
Gerardo BUSTOS PRETEL. Subdirector general de Información, Documentación y Publicaciones.  Ministerio de Hacienda y Función Pública

El Consultor de los Ayuntamientos, Nº I, Sección Análisis, Mayo 2018, pág. 105, Editorial Wolters Kluwer. LA LEY 3393/2018

I. Introducción

Hay demasiados indicios que invitan a pensar que la conservación y el archivo, tal y como los concebimos actualmente, tienen los días contados. No es que vaya a desaparecer la conservación de información (datos, documentos y expedientes), sino que se va a transformar profundamente, tanto la conservación como las circunstancias que la fundamentan. El blockchain («cadena de bloques», en español) será la principal causa de ese cambio, que convertirá en anacronismo la idea actual de archivo, tanto de papel como electrónico.

Ante la aparición de nuevas tecnologías, con frecuencia nos devanamos los sesos intentando trasladar a las nuevas tecnologías los procedimientos y actuaciones anteriores. Es un error, bastante extendido en estos tiempos de transformación digital, en demasiados casos confundida con una mera digitalización analógica. Lo importante es depurar las necesidades reales y abordarlas con las nuevas tecnologías. Las necesidades heredadas de tecnologías anteriores responden a esas culturas anteriores se eliminan o readaptan.

En el mundo digital y con tecnologías descentralizadas como la blockchain, la idea de archivo y conservación no puede ser la misma que en el mundo analógico. Durante las últimas décadas se han producido grandes avances en el desarrollo de herramientas y protocolos de conservación y archivo del documento electrónico, pero es paradójico que ya tengamos que poner nuestras miras en nuevas respuestas, cuando aún estamos lejos de culminar el proceso de adaptación a la administración electrónica.

Esas herramientas y los planteamientos que las sustentan tendrán que experimentar profundas reconsideraciones en los próximos años. La afirmación está pensando en dos razones fundamentales. La primera, que algunos de estos avances en materia de conservación electrónica adolecen, como señalaba antes, de un excesivo mimetismo sobre el mundo analógico. La otra y principal razón es la de hacer frente a una tecnología tan disruptiva en todos los sentidos como la blockchain

II. ¿Por qué archivamos?

La nueva realidad que se nos presenta no resulta difícil verla en el caso de la conservación de documentos a través de su archivo. Hasta ahora hemos acumulado papel, lo hemos guardado, clasificado y archivado. Eso ha sido así, porque esos documentos son objetos jurídicos con derechos y obligaciones entre partes. Por otro lado, también son patrimonio documental, memoria del Estado. Digamos que éstas son las dos grandes razones que nos llevan a la conservación permanente de documentos.

El documento es un testimonio que han trascendido al presente de sus protagonistas. Esos testimonios se han registrado siempre en los soportes físicos existentes en cada momento: pinturas en las cavernas, piedra Rosseta, tablillas de barro, tablillas de arcilla, jeroglíficos, pergaminos, papiros, papel, etc. Pues bien, ahora ese mismo documento lo empezamos a conservar en soportes electrónicos. Ahí está el gran cambio. Hemos empezado a construir el entramado de una administración sin papeles.

Todo eso está suponiendo un profundo cambio de paradigma, y la pregunta ahora es saber en qué lugar quedan en el mundo de la tecnología blockchain esas dos razones esenciales para archivar: seguridad jurídica y patrimonio documental. Estamos tan ocupados en la mera digitalización del papel y en el empleo de tecnología milagrosa, que hemos descuidado totalmente lo que sería abordar una profunda transformación digital. Es decir, haciendo hincapié en la transformación. Para ello el punto de partida no puede ser otro que el cuestionamiento de todos los esquemas de funcionamiento administrativo heredados del papel, con un verdadero plan de reingeniería de procesos, de formularios, de diseño documental, de gestión de datos, de reducción burocrática, de simplificación administrativa, etc.

Es evidente que el documento electrónico está aún en su prehistoria, y otras nuevas tecnologías, unas conocidas y otras por venir, están llamadas a marcar su camino y cambiarnos todo. En ésas andábamos, cuando dos tecnologías han venido a trastocarlo todo. La tecnología blockchain y el binomio inteligencia artificial/automatismo son tremendamente disruptivas y cambiarán muchas de las cosas tal como hemos venido haciéndolas hasta ahora, dentro y fuera de las administraciones públicas.

III. Entre el papel y el documento inteligente

El origen siempre marca y genera surcos culturales de los que resulta complejo salir. Venimos del papel y antes de otros soportes físicos. Este dato hay que tenerlo en cuenta, porque las sociedades se organizan en función de la tecnología disponible en cada momento. Libros y documentos han recorrido un largo trayecto a lomos del papel, desde antes de Cristo si tomamos el referente chino (1) .

En el mundo occidental la invención de la imprenta se atribuye a Johann Gensfleisch de Gutenberg, en torno a 1440. Salvando las distancias, su rápida propagación de uso nos recuerda la veloz implantación actual de las nuevas tecnologías (2) . Durante siglos los avances tecnológicos han perfeccionado el libro y el documento, siempre dentro de las coordenadas del papel, con el socorro tecnológico de la imprenta para difusiones masivas. El funcionamiento de las administraciones públicas se ha basado en este tiempo en las tecnologías del papel, la escritura y la imprenta. Incluso la máquina de escribir ha marcado durante décadas una buena parte de la organización y estructura administrativa.

Actualmente la tecnología e internet están alterando la idea del libro y del documento, la difusión de conocimiento, la creación de contenidos, el consumo de esos contenidos y, en general, todos los hábitos sociales ligados al papel. Incluida la organización administrativa y las relaciones entre los ciudadanos y sus administraciones públicas. El uso masivo de Internet y los ordenadores han generado un nuevo paradigma que ha cambiado las relaciones sociales, las organizaciones administrativas y la propia estructura y funcionamiento de las sociedades modernas.

Un profundo cambio significativo que ya se ha producido es la manera de generar contenidos y difundirlos, dando lugar a un crecimiento exponencial de la información circulante. En abril de 2011 la revista Science publicaba un estudio donde sus autores calculaban la información generada en el mundo. De acuerdo con el estudio, la información generada por la humanidad hasta 2007 era de 295 exabytes, y había aumentado en 2011 hasta 600 exabytes (3) . Desde 1990 la telecomunicación ha estado dominada por las tecnologías digitales, hasta hacer que desde 2007 el 99,9 % de la información generada ha sido en formato digital (4) . Unos datos sin duda a tener en cuenta a la hora de determinar qué y cuánto y con qué fin preservamos.

En este mundo de progresiva digitalización, donde el papel no representa ya ni el 0,1 por 100 de la información generada en el planeta y donde aún estamos aprendiendo a gestionar documentos electrónicos, es donde está irrumpiendo con fuerza la tecnología blockchain. Se trata de una tecnología tremendamente disruptiva, que da un gran paso en la superación de intermediarios en todas aquellas actividades en las que se aplica, capaz de dotar al documento de su propia hoja de ruta. Sin duda cambiará las reglas de juego y el funcionamiento del mundo de los negocios y de la circulación de información de valor en general

IV. ¿Qué es la blockchain?

La definición de una blockchain que hace Alex Preukschat es muy sencilla y clara: «una base de datos que se halla distribuida entre diferentes participantes, protegida critptográficamente y organizada en bloques de transacciones relacionados entre sí matemáticamente». La definición encierra las principales señas de identidad de la blockchain:

  • Una base de datos descentralizada, a modo de un gran libro de contabilidad que registra todas las operaciones.

  • Esa gigantesca base de datos se halla replicada exactamente en miles de ordenadores (nodos) de mayor o menor potencia y capacidad, y que tienen todos el mismo software (protocolo) para comunicarse entre sí. Ese protocolo común verifica y confirma las transacciones realizadas y garantiza su integridad y permanencia en el tiempo; no puede ser alterado.

  • La información relativa a una transacción se replica en miles de nodos. Éste es el punto de confianza del sistema, porque se puede manipular uno o varios equipos, pero no miles.

  • Protección criptográfica. Sea cual sea la estructura lingüística de un mensaje, un algoritmo complejo con clave de cifrado lo transforma de manera irreconocible. Esto permite que la criptología sustituya a los terceros intermediarios, haciéndolos innecesarios como guardianes la confianza.

  • Está organizada en bloques de transacciones que se relacionan entre sí matemáticamente, de manera que si falla un bloque, se rompe el cálculo que enlaza con el siguiente; se rompe la cadena.

  • Es un sistema descentralizado, en el cual el control lo ejercen todos los ordenadores conectados y no una única entidad. Y las operaciones se realizan directamente, sin intermediarios. Este aspecto está constituyendo uno de los principales atractivos para impulsar la generalización de esta tecnología.


Esta tecnología empezó a usarse con el bitcoin, moneda criptográfica creada en 2009 por Satoshi Nakamoto. En enero de 2009 crea los primeros bitcoins, y escribió el artículo que impulsó el bitcoin e intercambiar correos electrónicos sobre la nueva moneda durante un par de años con algunos colegas, desapareció en 2011 sin que nadie haya logrado ponerle cara o asegurar que no actuaba con seudónimo. Satoshi Nakamoto fue el primero en «minar» bitcoins.

Desde entonces esta tecnología ha evolucionado con total libertad y probablemente por líneas no necesariamente compatibles entre sí. Pero a medida que se ha ido implantando ha cobrado fuerza la necesidad de unas reglas del juego. Es evidente que la tecnología blockchain está pidiendo a gritos una gobernanza común, unas reglas de interoperabilidad y una garantía de compatibilidad. Es decir, un marco mínimo que garantice la convivencia operativa y la compatibilidad entre todos los procesos que se están desarrollando.

Australia ha sido un país vanguardista en la ordenación de la administración electrónica desde sus inicios más remotos. Quizá esa tradición pesa, porque hace dos años la Standards Australia (5) propuso la introducción de estándares internacionales de blockchain. Posteriormente otros organismos nacionales de normalización empezaron a plantear la creación de nuevas normas ISO (6) en blockchains, que aborden una terminología común, proceso y métodos, confianza, interoperabilidad, privacidad, seguridad, autenticidad, etc

V. La cadena de bloques es un gran archivo

Para entender mejor el proceso, la idea del dinero nos ayuda a ver con claridad la dinámica de la cadena de bloques. En el dinero normal existen transacciones digitales, pero necesitan de una tercera parte que dé fe de la validez de la transacción; que son los bancos. Sin embargo, con la puesta en marcha de la red blockchain se creó una moneda digital cuyas transacciones prescinden del aval de un banco central, cuyo lugar es ocupado por una gran cantidad de actores.

Este origen a veces crea cierta confusión sobre la tecnología blockchain. A menudo se considera que su único uso es bitcoin, cuando realmente se trata de una tecnología con un gran potencial. Como hemos señalado, blockchain es una especie de libro mayor distribuido que permite que la información sea registrada y compartida por una comunidad. En esa comunidad prima el consenso y el conocimiento, porque cada miembro tiene copia de la información y las actuaciones que pueda haber tienen que validarse de forma colectiva. Ese mecanismo vale para los bitcoins, por supuesto, pero también puede representar transacciones, contratos, identidades, activos de todo tipo o prácticamente cualquier cosa que pueda ser descrita en forma digital.

Y todo funciona de un modo permanente y seguro, como si fuera un gran archivo central. Los asientos que se realizan en esa base de datos son permanentes, transparentes, y se pueden buscar, lo cual hace posible que los miembros de la comunidad vean las historias de la transacción. Cada actualización es un nuevo «bloque» adicionado al final de la «cadena.» Un protocolo administra cómo las nuevas ediciones o los nuevos asientos son iniciados, validados, registrados, y distribuidos. De manera crucial, la privacidad también puede ser selectivamente forzada, permitiendo grados diversos de anonimato o protección de información sensible, más allá de a quienes explícitamente se les haya dado acceso.

La figura de lo que se ha dado en llamar «smart contracts», contratos inteligentes, es una de las actividades más emblemáticas de la tecnología blockchain. Contratos inteligentes viene a significar autoejecutables; se ejecutan mediante una secuencia de acciones condicionadas: la finalización de una acción habilita automáticamente la siguiente. Desaparece así la intervención humana en el cumplimiento del compromiso contraído.

En un contrato actual la garantía la aporta siempre un intermediario (abogado, juez, banco, etc.), para asegurar todos los involucrados en el contrato cumplen sus compromisos. Por el contrario, con blockchain se evita el uso de estos intermediarios. Además nos asegura que los participantes conocen los detalles del contrato, y que saben que las acciones contractuales se implementan de manera automática a medida que se van alcanzando las condiciones establecidas en él. Gracias a la programación del contrato, las órdenes de transferencia y pago electrónico, así como el resto de condiciones del contrato, se producen automáticamente mediante interconexiones de los entes que tienen que cumplir los compromisos contractuales. Lo vemos claro en el caso de verificación del cumplimiento de condiciones suspensivas de obligaciones a las que queda subordinado un pago, por ejemplo.

Como hemos apuntado antes, esta tecnología disruptiva permite transacciones que no se pueden manipular, porque se registran en bloques que se van encadenando de modo descentralizado. La primera consecuencia de esta dinámica es la desaparición de la necesidad de aplicar la fuerza de coacción del Estado para obligar al cumplimiento de lo pactado, y de figuras fedatarias como notarios y registradores, por ejemplo. Una de las peculiaridades de la blockchain es la generación de una fuente de verdad única para todas las personas conectadas. Esto es así, porque todos tienen ese único libro contable que antes mencionábamos.

Pues bien, esta circunstancia permite ver la blockchain como un gran archivo central. De hecho, en el entorno blockchain no faltan quienes se abren a nuevos negocios y centran sus esfuerzos en la capitalización de esta tecnología en terrenos diferentes a la transferencia de valores, que ha sido la esencia de su nacimiento. Nos encontramos así con fórmulas de mantenimiento de la capacidad de albergar registros que tiene esta tecnología. Así es como se ha empezado a desarrollar la oferta de una nueva forma de almacenamiento, uso, mantenimiento o control de archivos.

Hay terrenos de la blockchain como los registros de propiedad urbana o de propiedad intelectual, por ejemplo, que se configuran como grandes archivos seguros, inmutables, permanentes, transparentes y en constante crecimiento. Hoy por hoy, empezamos a ver desarrollos que avalan estas virtudes. Podemos verlo en negocios del tipo de aplicaciones para pagos, compensación y liquidación, negociación de valores, gestión de la cadena de suministro, gestión de identidad, servicios notariales, Internet de las cosas, transferencia de propiedades, registro de tierras, registros de salud, organización de elecciones seguras por medios electrónicos, gestión de la propiedad intelectual, etc.

VI. Pero, ¿qué archivamos?

La pregunta que nos asalta llegados a este punto es la de ¿qué archivamos en un mundo blockchain? El concepto de archivo tradicional cambia sustancialmente, porque como decíamos al principio, las dos razones fundamentales para querer conservar de manera permanente un documento han sido su validez y garantía jurídica y su valor como patrimonio documental. La respuesta a la pregunta no puede consistir en el intento de trasladar a la blockchain el esquema existente en el mundo analógico, simplemente suprimiendo los papeles como soporte. Realmente de lo que se trata es de entender que muchos procesos analógicos desaparecen o deben transformarse.

En este sentido el primer paso es cuestionarse si la garantía jurídica precisa con la blockchain de una programación específica de archivo para garantizar la conservación permanente. Así ocurre con el soporte papel, y ese mismo planteamiento se ha trasladado erróneamente a la gestión del documento electrónico, pero con el documento electrónico de la tecnología de bloques encadenados esa necesidad desaparece.

Con la generalización de la tecnología blockchain y la gestión documental mediante procesos del tipo de «smart contract», el documento es inteligente y se convierte en la propia garantía permanente del intercambio entre partes. El gran archivo resulta ser la propia cadena de bloques y el documento va a estar «vivo» mientras sea necesario, sin límite de tiempo. Es más, no tiene mucho sentido que ese documento sea inteligente para todo menos para los aspectos de conservación. Por tanto, ese mismo documento puede llevar definidos los condicionantes para su destrucción cuando ya ha finalizado los objetivos para los que nace. Y, ¿por qué no?, también podría incorporar la instrucción de conservación permanente, si así se ha determinado en el momento de su creación.

Con esta tecnología de cadena de bloques, los activos materiales pueden convertirse en activos digitales, de manera que la documentación relativa a cualquier objeto concreto se puede digitalizar y enviar a la blockchain. Podemos imaginarnos esta dinámica en cuestiones como títulos de propiedad, seguros, revisiones y certificaciones de inspección administrativas tipo ITV, actuaciones de visto bueno, patentes, distribución altruista de dinero, fecha de repuestos, etc. Hemos dicho enviar a la blockchain, no enviar al archivo, aunque podríamos haberlo pensado.

Generalmente, con la irrupción de nuevas tecnologías prima el interés por la gestión sobre el interés por la conservación. Ha ocurrido con la administración electrónica, donde aún hoy no resulta fácil implicar al gestor en la responsabilidad de conservar los documentos que gestiona, porque lo que realmente le preocupa es dotarse de herramientas tecnológica para mejorar la gestión de sus procedimientos, entre los cuales la fase de archivo generalmente queda relegada. Pues bien, el mismo síntoma se aprecia en esto tímidos comienzos de la tecnología blockchain.

No hay más que asomarse a las crecientes aplicaciones de blockchain para constatar el enfoque claro de los usuarios de esta tecnología en la gestión y solución de problemas, dejando a un lado las cuestiones de la conservación documental. Roberto Fernández Hergueta (7) cita algunos ejemplos muy significativos de uso de la tecnología blockchain en algunos países. Estonia emplea esta tecnología en sus registros fiscales, empresariales y sanitarios. El Reino Unida la usa para pagar becas de investigación. En Australia, en comunicaciones gubernamentales, seguridad cibernética, logística y uso correcto de fondos destinados a los gobiernos locales. Singapur se vale de blockchain para combatir las duplicaciones fraudulentas de facturas. Dubai trabaja para trasladar en 2020 todos sus documentos a una blockchain y terminar con el papel, además de registros, comercio de diamantes, testamentos digitales, etc.

Otros países tienen también proyectos de registros de propiedad. La Dirección General del Catastro de Suecia (Lantmäteriet) está experimentando con blockchain para almacenar información relacionada a las transacciones de propiedades inmobiliarias y suelos. Los registros digitales de distinto tipo constituyen un uso claro de la tecnología blockchain, que actúa como mecanismo de almacenamiento y custodia de los registros. Derivado de este uso de registro tendríamos la identidad digital, tal como lo utiliza Estonia.

La proyección que tiene esta tecnología y las numerosas incógnitas que aún la rodea despiertan cada vez más interés. La propia Comisión Europea creó el pasado 1 de febrero el Observatorio y Foro de Blockchain, para destacar los desarrollos clave de la tecnología blockchain, promover actores europeos y reforzar el compromiso europeo con múltiples partes interesadas involucradas en las actividades de blockchain. Seguramente la UE abrirá una línea de trabajo relacionada con la conservación documental. Sin embargo, como señalábamos antes, lo que se sabe en estos momentos con respecto a la conservación de registros en la tecnología blockchain es prácticamente nada, porque ni preocupa este aspecto de la cuestión ni se investiga prácticamente nada sobre ello.

Realmente se aprecia muy poca conciencia en el mundo del blockchain sobre la importancia de tener en cuenta los principios y práctica de la archivística y de la gestión documental, sobre todo en la conservación permanente o temporal de los documentos. Y eso ocurre a pesar de la evidencia de que esta tecnología de bloques encadenados, dadas sus numerosísimas aplicaciones potenciales, con toda seguridad va a alterar profundamente el archivo, mantenimiento y conservación de datos y documentos.

La canadiense Lemieux, Victoria L (8) es uno de esos casos raros del entorno académico que muestran preocupación por el tema. En su opinión la tecnología blockchain, a pesar de su indudable potencial, encierra actualmente serias incógnitas sobre su uso para el mantenimiento de registros, así como acerca de si la autenticidad y la disponibilidad a largo plazo de los registros de blockchain estarán realmente aseguradas.

Considera Lemieux que los entusiastas de blockchain se centran en las posibilidades de esta tecnología, pero no van a abordar las dudas que pueda haber actualmente sobre la disponibilidad a largo plazo de registros digitales confiables. Los usuarios de blockchain en estos momentos optan por huir de cualquier enfoque sobre posibles riesgos ante el temor de que estas cuestiones puedan frenar la innovación. Por eso hace un llamamiento al sector archivístico, considerando que es precisamente la ciencia del archivo la que debe implicarse y ayudar a afrontar estas cuestiones de preservación del patrimonio documental.

VII. ENIGIO conserva y archiva

La empresa sueca ENIGIO (9) constituye una de las pocas muestras que existen de uso y explotación de la conservación permanente de datos y documentos en el mundo blockchain. Enigio Time cuestiona la seguridad de la cadena de bloques y a partir de ahí se plantea herramientas como un sello de tiempo calificado, con una marca de tiempo que se adhiere a los estándares europeos del nuevo estatuto eIDAS (10) . Es un sello de tiempo que protege la integridad y trazabilidad de todo tipo de datos digitales, como archivos, bases de datos, documentos de texto, imágenes, archivos de audio, películas, etc.

Se trata de un sello de uso rápido y fácil que aporta trazabilidad y seguridad, centrada en datos de los activos digitales más importantes. Es una solución de marca de tiempo construida teniendo en cuenta diseños estándar e innovaciones propias, así como las peculiaridades de la blockchain. El sello no se basa en PKI y certificados, por lo que no caducará y no requiere el uso de marcas de tiempo recursivas para mantener la marca de tiempo válida. Se adhiere a los principios de ISO/IEC 18014-3, complementadas con patentes propias. Entre los recursos que emplean está el uso de referencias a eventos publicados no previsibles (un huracán, un gol de un jugador famoso, etc.), para garantizar así la fecha de las transacciones.

Otro de los desarrollos técnicos de esta empresa es el almacenamiento en la nube «e-Archiver», que esté directamente integrado con sus desarrollos de cadena de bloques para la trazabilidad y las marcas de tiempo. La solución e-Archiver actualmente está pensada para organizaciones medias y pequeñas, y tiene por objetivo ofrecer una oferta moderna de digitalización y sistemas de presentación electrónica.

Aunque no es lo mismo que el caso de e-Archiver, lo que sí empieza a haber son otros proyectos de almacenamiento centralizado en la nube, del tipo de Dropbox o Google Drive. Es el caso de Storj, una startup que está testeando un servicio de almacenamiento de objetos descentralizados y encriptados, utilizando una red basada en la Blockchain (11) . Con algunas mejoras sobre éste, nos encontramos a Filecoin, también de almacenaje en la nube, a modo de espacio en disco duro disponible de una comunidad. Utiliza smart contracts para definir las reglas y requerimientos del servicio.

VIII. Del documento electrónico al documento inteligente

Pero sin duda uno de los factores más determinantes a la hora de abordar la conservación en el mundo blockchain es el documento inteligente, que hemos comentado antes. El funcionamiento de la tecnología blockchain aumenta la disponibilidad e integridad de la información, reduce papeleos y burocracias, facilita el archivo, evita pérdidas, etc. Es decir, mejora notablemente el procesamiento de la documentación. Pensemos, a modo de ejemplo, la burocracia que nos ahorraríamos para la inspección periódica de vehículo ITV, porque con la tecnología blockchain el vehículo no arrancaría si no ha pasado la ITV. Ocurre igual si tienen el seguro caducado, pagos pendientes, etc.

En definitiva, estamos ante unas propiedades del documento bien diferentes a las que hemos visto hasta ahora. Cuando usamos, gestionamos y planificamos el documento electrónico lo hacemos como si fuera un documento plano; es decir, con el síndrome del papel. Eso significa desperdiciar una buena parte de su potencial, como si usáramos un moderno móvil sólo para hablar por teléfono. La incorporación de metadatos particulariza el documento independientemente del contenido. Digamos que los metadatos dotan al documento de un croquis, información. Pero la blockchain va mucho más allá, porque lo convierte en documento inteligente, al dotarlo de instrucciones que el propio documento va a ejecutar.

Dado que blockchain comienza a aplicarse a temas relacionados con documentos, podemos vislumbrar las innumerables ventajas que ello va a aportar en materia de racionalización de procesos. Pero lo cierto es que aún nos cuesta digerir el actual proceso, que consiste en pasar de la gestión electrónica de documentos a la gestión de documentos electrónicos. Este proceso debería implicar una profunda reingeniería documental en la gestión administrativa. Como Señala Joan Carles Faus, «la reingeniería documental es clave para la operatividad administrativa» (12) . Lamentablemente, hasta ahora está habiendo más mimetismo pensando en pasado, que disrupción y reingeniería pensando en presente y futuro.

Actualmente la transformación digital se camufla de digital, sin transformación, y no llega al que debería ser su gran objetivo: la reducción burocrática, la racionalización de procedimientos, la automatización y, en definitiva, el diseño de un modelo productivo más eficiente de la actividad pública. Cabe pensar que esta tónica irá cambiando y que con la blockchain la reingeniería documental asociada a la reingeniería de procedimientos ocupará un plano primordial. Sin duda se verá impulsada con la aparición de lo que estamos denominando documento inteligente.

En materia de conservación y archivo podemos vivir una clara racionalización de procesos con el documento inteligente. Pensemos que puede incluir todas las instrucciones necesarias: permanecer operativo en la cadena de bloques hasta el tiempo de prescripción, «destruirse» una vez que ha pasado el tiempo de prescripción y el plazo prudencial observado, conservarse permanente en calidad de muestra, conservarse permanente por interés cultural, etc. Se trata de diseñar desde el principio la vida del documento en materia de conservación y archivo, igual que diseñamos el resto de instrucciones autoejecutables que contiene.

Para valorar el cambio que supone, imaginemos que con el papel y con los planteamientos generalizados de la administración electrónica, se realiza un enorme esfuerzo de conservación y archivo en la fase de archivo intermedio, para después expurgar y destruir la mayor parte, pasado un tiempo. La gestión óptima del documento inteligente permite programar los pasos relacionados con la gestión y conservación, y trabajar la fase de preservación de diferente grado únicamente en aquéllos que se van a conservar de forma permanente o se van a archivar. Bastaría para ello incluir el calendario de conservación condicionado entre sus instrucciones.

Añádase a ello una notable reducción de los documentos objeto de algún grado de conservación. Como hemos apuntado antes, la mayor parte de lo que se ha archivado hasta ahora por razones de seguridad jurídica, no tendrá que archivarse en el futuro mundo blockchain. De alguna manera, para seguridad jurídica el archivo de gestión es la propia blockchain y ahí permanecerá operativo en las condiciones que determinemos mientras no alcance los plazos de prescripción que determinemos.

Por tanto, en la práctica casi podremos reducir el esfuerzo de archivo únicamente a los documentos con valor patrimonial de carácter cultural/histórico, a los que se vayan a dejar de muestras, etc. Es decir, prácticamente estamos hablando de que la conservación nos va a ocupar únicamente en la fase de archivo histórico. Con respecto a la conservación de muestras, e incluso a parte de la conservación de valor cultural, quizá puedan explorarse soluciones del tipo de la conservación permanente que se realiza con las publicaciones en línea capturadas aleatoriamente para el depósito legal (13) .

IX. Queda mucho camino

Naturalmente, no hay tecnología sin riesgos, aunque quizá la juventud y escasa expansión de la blockchain aún no nos han permitido verlos. Como apunta la ya mencionada Lemieux, Victoria, el mayor peligro en realidad no proviene de las vulnerabilidades lógicas y previsibles en todo software, sino en la confianza ciega en el blockchain de sus propios desarrolladores y usuarios. La autora es realmente crítica con el exceso de confianza de los innovadores de Blockchain, y uno de los principales riesgos que ve en estos momentos es la autenticidad a largo plazo de los archivos digitales, que en su opinión ni siquiera ha sido abordada.

En este sentido, plantea la necesidad de investigarlo y hace un llamamiento a la colaboración la comunidad blockchain y la comunidad de la ciencia de archivos, en tanto que expertos en el conocimiento y la práctica de mantener registros del pasado y el presente. De esta manera, la blockchain se enriquecería con los métodos y conocimientos archivísticos a la hora de evaluar la precisión, fiabilidad y autenticidad de los registros, así como de las normas y técnicas para garantizar la autenticidad, conservación y disponibilidad a largo plazo de a largo plazo de los contenidos archivados en la cadena de bloques.

Curiosamente, esta invocación a la colaboración multidisciplinar recuerda mucha a la que, por fin, se empieza a dar en estos momentos entre los técnicos informáticos y los archiveros expertos en gestión documental, de cara a la correcta implantación de la gestión de documentos electrónicos como eje de la transformación digital que estamos viviendo. Sin duda este precedente facilitará que también en el desarrollo de la blockchain los técnicos y los expertos en archivos y gestión documental colaboren en el desarrollo del documento inteligente.

X. Conclusiones

A modo de conclusiones básicas, podríamos destacar las siguientes:

  • El archivo tal como lo conocemos en papel y en su conversión a archivo electrónico único, desaparecerá con la blockchain; lo cual no quiere decir que desaparezca la conservación permanente.

  • La propia blockchain asume el papel de archivo de gestión e intermedio.

  • Con la tecnología blockchain pasamos del documento electrónico metadatado al documento inteligente, dotado de instrucciones autoejecutables.

  • Con la blockchain puede desaparecer la razón jurídica de conservación y la razón histórico cultura podría ligarse a las instrucciones autoejecutables.


Este artículo incluye una serie de apuestas arriesgadas cuando la tecnología blockchain está aún en la prehistoria y la preservación y archivo ni siquiera han sido explorados. Simplemente se ha querido indagar sus posibilidades haciendo el esfuerzo aproximarse al gran potencial de transformación que encierra.

  1. Bibliografía empleada


— Bustos Pretel, Gerardo. «El blockchain pondrá el derecho patas arriba». Blog Legaltoday. Thomson Reuters (Editorial Aranzadi) marzo 2018 (consultado 1 de abril de 2018). http://www.legaltoday.com/blogs/transversal/blog-administracion-publica/el-blockchain-pondra-el-detecho-patas-arriba?voto=5

— Faus Mascarell, Joan Carles. «Archivos y transformación digital. Impacto de la reingeniería documental en la producción administrativa». n.o 19 de la revista «TABULA». Asociación de Archiveros de Castilla y León, ACAL. 2016.

— Fernández Herguta, Roberto. «El sector público y el uso de la blockchain». Artículo en el libro «Blockchain: la revolución industrial de internet», coordinado por Alex Preuskschat. Gestión2000 (Grupo Planeta). 5ª edición. Barcelona. 2017.

— Lemieux, Victoria L. «Blockchain Technology for Recordkeeping, ¿Help or Hype?», en Technical Report. octubre 2016. The University of British Columbia, Vancouver. Canadá.

— Preukschat, Alex (coordinador) y otros. «Blockchain: la revolución industrial de internet». Gestión2000 (Grupo Planeta). 5ª edición. Barcelona. 2017.

— Preukschat, Alex (coordinador) y otros. «Comunidad blockchain: El futuro de la criptoeconomía descentralizada y las ICO’s». Íñigo Molero editor. 2018.

— Tapscott, Don y Alex. «La revolución blockchain». Deusto (Grupo Planeta) 3ª edición. Barcelona. 2017.

(1)

Los chinos inventaron el papel en el 105 a.C. e incluso inventaron la imprenta de tipos móviles, como prueba un canon budista impreso hacia el 972. En el siglo VIII los árabes consiguen hacerse con el secreto de la fabricación de papel y lo extienden por Europa, a través de España con un primer molino europeo de papel en Valencia en 1150.

(2)

En el siglo XVI ya había 20 millones de libros impresos, y la imprenta posibilitó la creación de grandes bibliotecas.

(3)

1 exabyte (EB) equivale 1.000 petabytes (PB). 1 PB es igual a 1.000 terabytes (TB). 1 TB equivale a 1.000 gigabytes (GB). 1 GB es igual a 1.000 megabytes (MB). 1 MB equivale a 1.000 kilobytes (KB).

(4)

Martin Hilbert, Priscila López. The World’s Technological Capacity to Store, Communicate, and Compute Information. Revista Science. 01 Apr 2011

(5)

Standards Australia es la organización australiana de estándares no gubernamentales sin fines de lucro, creada en 1922.

(6)

Las normas ISO son establecidas por el Organismo Internacional de Estandarización (ISO), creado en 1947. Las normas se componen de estándares y guías relacionados con sistemas y herramientas específicas de gestión aplicables en cualquier tipo de organización.

(7)

Roberto Fernández Hergueta en el libro «Blockchain: la revolución industrial de internet».

(8)

Victoria Lemieux trabaja en la University of British Columbia, de Vancouver, Canadá. Representa una de las escasísimas muestras académicas que hayan abordado la relación entre los archivos y la tecnología blockchain.

(9)

Puede consultarse el proyecto en https://www.enigio.com/

(10)

El 1 de julio de 2016 entró en vigor el Reglamento (UE) No 910/2014, conocido como reglamento eIDAS, que establece un marco legal común para las firmas electrónicas en la Unión Europea.

(11)

Para más información sobre el proyecto: https://storj.io/

(12)

Joan Carles Faus. No 19 de la revista TABULA. «Archivos y transformación digital. Impacto de la reingeniería documental en la producción administrativa».

(13)

Véase la Ley 23/2011, de 29 de julio, de depósito legal, y el Real Decreto 635/2015, de 10 de julio, por el que se regula el depósito legal de las publicaciones en línea.

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